jueves, 10 de abril de 2008

¿Y Si Un Día Te Levantaras Siendo Otra Persona?

Esta mañana me desperté como todos los días, salvo que tenía una sensación extraña, como la que se tiene cuando acabas de salir de un sueño y aún no sabes que parte es real y qué parte fantasía… Sin darle más importancia, comencé el ritual de todas las mañanas: fui al baño aún dormido, volví y me vestí desganado. Hasta ahí todo era normal, aunque esa sensación seguía rondando mi cabeza… Fue entonces cuando de nuevo volví al baño, y lo que vi en el espejo me hizo dar un grito… Desde el otro lado de éste me miraba el rostro de un desconocido, alguien a quién no había visto en mi vida, pero ahí estaba, mirándome fijamente, realizando los mismos movimientos que yo… Tardé unos segundos en darme cuenta que estaba despierto, que no se trataba de un sueño, y que ese desconocido que me miraba, no era otro que mi reflejo…

Bajé a desayunar, con la esperanza de que un café aclarara mis ideas, me crucé con mis vecinos que, aunque me saludaron cortésmente, miraron con cierto recelo hacia mí, como si no me conocieran de toda la vida como era el caso. En el bar pasó lo mismo. El camarero, un viejo amigo desde hace tiempo, me saludo como a otro cliente más, sirviéndome el café sin siquiera darme conversación alguna… No entendía nada…


Sumido en mis pensamientos, salí despacio del bar, y sin darme cuenta llegué a mi lugar de trabajo, donde esperaba encontrar algo de normalidad, en ese día en que todo parecía ir al contrario de cómo debía. Sin embargo, todos me miraron extrañados en la oficina, y cuando me senté en el sitio donde lo llevo haciendo desde hace más de un año, sentí una voz muy seria detrás de mí, que me preguntaba quién diablos era. Me giré, sabiendo que era mi compañera, de quien estaba enamorado desde el primer día en que la vi, y quien por fin me había concedido una cita ese fin de semana, estando contando los minutos para que llegara el sábado. Nervioso la miré, y con voz temblorosa le pregunté:

-¿No me reconoces? ¡Soy yo! Soy…

Entonces con pánico escuché mi propia voz diciendo un nombre que no era el mío. Aterrorizado, me levanté bruscamente de la silla, apartándola con un empujón que le hizo asustarse y gritar, dando la alarma en toda la oficina. El seguridad corría detrás de mí, pero aunque no lo hubiera hecho, yo corría, corría como alma que es perseguida por el diablo, huyendo de mí mismo… Saltaba los escalones de dos en dos, tropecé en uno de ellos y rodé por las escaleras hasta llegar al suelo, levantándome rápidamente, seguí corriendo hasta encontrarme en medio de la calle, viendo de nuevo el reflejo de ese desconocido en un escaparate, mirándome fijamente; sin conocerlo; sin saber de dónde había salido… El ruido de un frenazo de un coche, me sacó de mis pensamientos. En un cuarto de segundo volví mi rostro y vi cómo se lanzaba sobre mí… Después… La oscuridad…

Esta mañana me desperté como todos los días, salvo que estaba envuelto en una capa helada de sudor… Había tenido una pesadilla, una pesadilla muy real, pero un sueño al fin y al cabo. Miré el reloj, y marcaba las 3 de la mañana, podía seguir durmiendo, pero necesitaba un respiro. Fui al baño, me lavé la cara con agua bien fría, y al mirar el espejo, un escalofrío recorrió mi espalda, y el terror subió por mi médula espinal. Ahí estaba él. En el espejo. Mirándome fijamente. Un total desconocido…



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