NO ME CHILLES QUE NO TE VEO
Domingo. Día del Señor. Y al parecer día de rarezas y surrealismos en la vida de este friki. Todo planeaba bien esta mañana cuando me levanté de un salto a las 10:30 de la mañana, después de haberme acostado a las 7 de la mañana, tras una merecida noche de saliendas por la Alameda. El motivo de levantarme a esa hora, y encima un domingo de resaca, no era otro que el ir a casa de mis amigos Emilio y Amanda, á los que hacía un siglo que no veía. Había quedado con Migue para irnos antes de las 11, así que he ahí el motivo de mi salto mañanero.
Todo iba bien, el cielo encapotado, amenazando una lluvia que no ha dado, cuando llegamos al susodicho piso. Abrazos y besos varios, conversaciones de ponernos al día, cafelito, guitarrita y algún que otro chiste...
Llegó la hora de comer. Tras epserar a que Migue viera la salida del dichoso Alonso (que no sé qué le ve la gente a la Fórmula 1, la verdad, pero en fin pa gustos hay colores), nos dirigimos pa nuestro amado hogar.
Circulábamos por la autopista en dirección a la susodicha morada cuando Migue me pide un favor:
-Quillo, a ver si con cuidaito puedes sacar la cabeza por la ventanilla y mirar si va bien la rueda de atrás que el otro día se pinchó y no me fio.
Me dispongoa ello: me quito el cinturón, bajo la ventanilla, saco la quijotera, miro la rueda, when de repente siento el manotazo del travieso viento en mi cara, y puedo ver mis amadas gafas cayendo en mitad de la carretera, allí solas y sin posibilidad de recuperación.
Pues si hijos midos, de esa forma tan estúpida he perdido mis gafas. Así que hasta nueva orden cegato perdío. Lo que no me pase a mí...
Todo iba bien, el cielo encapotado, amenazando una lluvia que no ha dado, cuando llegamos al susodicho piso. Abrazos y besos varios, conversaciones de ponernos al día, cafelito, guitarrita y algún que otro chiste...
Llegó la hora de comer. Tras epserar a que Migue viera la salida del dichoso Alonso (que no sé qué le ve la gente a la Fórmula 1, la verdad, pero en fin pa gustos hay colores), nos dirigimos pa nuestro amado hogar.
Circulábamos por la autopista en dirección a la susodicha morada cuando Migue me pide un favor:
-Quillo, a ver si con cuidaito puedes sacar la cabeza por la ventanilla y mirar si va bien la rueda de atrás que el otro día se pinchó y no me fio.
Me dispongoa ello: me quito el cinturón, bajo la ventanilla, saco la quijotera, miro la rueda, when de repente siento el manotazo del travieso viento en mi cara, y puedo ver mis amadas gafas cayendo en mitad de la carretera, allí solas y sin posibilidad de recuperación.
Pues si hijos midos, de esa forma tan estúpida he perdido mis gafas. Así que hasta nueva orden cegato perdío. Lo que no me pase a mí...
2 comentarios:
La culpa es de los Nintendos y la linea magnetica. Si no, no tendrías que llevar espejuelos y podrias sacar la cabeza sin problemas.
Por cierto, si ibas de copiloto por qué no sacaste la cabeza derecha en lugar de la central?
Yo perdí unas gafas en un accidente en bici... en el que, de paso, me rompí cúbito y radio justo por la mitad, formando un casi perfecto ángulo de 90 grados. La mujer con dos codos; esgarrifador. Ya ves, hay maneras mucho peores de perder unas lentes, salao.
Ay, esas mañanas palpando por entre la ropa mal tirá encima de la mesilla sin encontrar las p... lentes... qué desficio, señó, y qué rompetechos, que no ñipo un caraho sin ellas...
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