De Un Amor Adolescente: Claudia
Fue en el año 1994, cuando contaba con catorce años, cuando sin ninguna expectativa fui con un amigo a un cine cutre que existía en el pueblo de al lado a ver Entrevista con el Vampiro. No había ningún plan, debido a que toda la pandilla se había ido a la Feria de Sevilla, y esa fue la razón por la cual acabé en aquel cine, esperando ver a algunas niñas babeando por Brad Pitt, Tom Cruise y Antonio Banderas. Poco sabía que acabaría encontrándome con ella...
La película me sorprendió: un tratamiento del mito vampírico distinto, una ambientación dieciochesca que me conquistó, una gran actuación, a mi modesto parecer, de Tom Cruise encarnando a Lestar, el sanguinario vampiro e incluso de Brad Pitt como el torturado Louis... Pero ninguno de ellos se grabó tanto en mi retina como la pequeña Claudia.
Nunca olvidaré sus cabellos ensortijados y dorados, su tez pálida cual muñeca, su hambre insaciable y la frase que pronunció tras asesinar a su primera victima: Quiero más... Con voz suave, inocente y dulce, como la niña que era...
Ella fue la última pieza para completar la familia vampírica, siendo Lestat y Louis sus padres (aunque a los defensores de la familia tradicional les revuelva el estómago). La dulce Claudia, que fue para Lestat el discípulo que nunca pudo ser Louis: despiadada, insaciable, una auténtica máquina de matar sin remordimientos...
Sin embargo el tiempo pasó, y aunque su cuerpo no cambió si lo hizo su mente: una mujer adulta encerrada en el cuerpo de una niña eterna, una muñeca que no entendía por qué ella no cambiaba, y el odio nació en su interior, un odio que le hizo conspirar contra su creador, contra su padre... Su relación con Louis cambió, ya no era una relación paterno filial, sino más bien una relación incestuosa (recordemos que ambos eran hermanos en la sangre) e incluso podría decir que pedófila... Pero yo también estaba enamorado de claudia, de su rostro, de su forma de actuar, y como Louis también hubiera atentado contra Lestat...
Sin embargo cada acto tiene una consecuencia, y aquel acto de traición fue recompensado con la muerte de la dulce Claudia a manos de los vampiros de Armand... Nunca olvidaré sus gritos de dolor al sentir los rayos del sol lamiendo sus brazos, al arder hasta morir en brazos de Madeleine, quien veía en ella una niña eterna y que apenas puedo saborear el don de la inmortalidad...
La venganza de Louis no tardó en llegar, todos los culpables murieron a sus manos. Ninguno sobrevivió. Pero nada de eso pudo devolverme su dulce rostro, sus tiernos ojos, su voz melodiosa y aterciopelada...